Por qué los bebés son tan lindos

Sin saber por qué, de repente queremos acariciarlos, abrazarlos y cuidarlos; nos enternecen, hipnotizan y generan sentimientos de gran cariño. Ahora, una interesante investigación pretende quebrar la magia intentando explicar por qué los bebés son tan lindos.


Es una de las más agradables sensaciones que sentimos por los bebés. Pero, ¿por qué nos derretimos al ver una foto de aquellos angelitos con grandes ojos, frente amplia y pequeñas manitas y naricitas? Simplemente nos brota de manera espontánea y nos encontramos exhalando suspiros sin reservas.

Lamentablemente, todo tiene una explicación y en este caso, según Jeffrey Kurland, prestigioso experto en antropología biológica y desarrollo humano de la Penn State University, la respuesta está en la evolución.

La búsqueda de la sobrevivencia hace que todas las especies que habitan y han habitado nuestro planeta se aferren a aquellas características de su naturaleza que les dan mayores probabilidades de mantenerse con vida. Son innumerables, desde el color de la piel hasta el ancho de sus manos.

Según Kurland, en algún momento de la evolución humana una mujer desarrolló predilección por algunas características específicas en los bebés que consideró atractivas y que le generaban intensos deseos de darle maternidad y crianza. Esta mujer heredó aquella inclinación a las generaciones posteriores que a su vez preferían bebés que tuvieran esas mismas características.

Estos bebés, además, al tener más probabilidades de recibir mejores cuidados y atención tuvieron por lo tanto mayores probabilidades de sobrevivir; el tiempo y la selección natural hicieron lo demás.

Es probable también, tal como señala el profesor Kurland, que antes de que apareciera esta primera mujer con aquellas predilecciones tan antojadizas, la belleza o "lindura" de un bebé no tenía importancia. Pero una vez establecida como factor de sobrevivencia, se hizo vital.





Eso poco importa hoy. No hay nada más tierno que ver a un bebé estirando sus manitas, sonriendo con coquetería sin un solo diente o sobándose su carita cuando ya es hora de dormir.

No importa la raza ni el lugar, estas maravillosas características aparecen en todos los bebés del mundo y causan el mismo efecto en los adultos en quienes tienen el poder de inspirar los más grandes sacrificios y los más profundos cambios.

Tampoco se ve afectado por la posición social, el estilo de vida o los proyectos de vida de la gente sino que al todo lo contrario, es una de las muchas cosas que todos tenemos en común y que nos hacen iguales: la fascinación por los bebés.

El Dr. Kurland puede haber hallado la explicación a este milagro de la vida, pero la emoción siempre será un tesoro mucho más preciado que la razón. Una emoción tan intensa que hasta puede movilizar a millones de personas y cambiar el mundo con una sola foto.


Fuente: Penn State.

Imagen: Pixabay.

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