Qué tipo de agua deben tomar los niños?

Hasta hace algunos años esa habría sido una pregunta innecesaria. Entonces, el único tipo de agua que se conocía era el que salía del grifo de la casa.


Pero con el tiempo las aguas dirigidas al público mayor y la aparición de nuevos tipos de aguas en el mercado han cambiado esto, en medio de continuas alertas sobre la contaminación del agua, la misma que antes tomábamos despreocupadamente de lavadero.


Existen muchos tipos de agua que están a libre disponibilidad en supermercados y bodegas; incluso aquellas que se promocionan como bañadas con energía vibracional. Como todas son agua, podríamos suponer que cualquiera puede ser consumida por los niños. Identifiquemos primero los tipos de agua. 

Agua gasificada
Es el agua tratada y embotellada a la que se le ha añadido gas carbónico, tal como a las sodas o bebidas gaseosas. No es recomendable para los niños precisamente por el gas, que hincha la barriga causando dolores abdominales y provocando esa sensación de llenura que limita su consumo diario.






Agua de mesa
Además de ser tratada, se le añade dosis de cloro y es sometida a un proceso de purificación. Ambos procesos pueden dar la idea de mayor limpieza en el agua que se consume, pero también existen quienes alertan sobre los efectos de la cloración del agua en la salud.


Agua mineral
Es de origen subterráneo, es decir de pozos o cauces bajo la roca que actúa como un filtro natural. El proceso geológico que sufre las hace ricas en minerales. Debe ser embotellada en su lugar de origen. 



Agua de manantial
Viene de una fuente de agua natural como lagunas o ríos. También tiene minerales pero a diferencia del agua mineral, estos no están contenidos de manera natural sino que muchas veces son añadidos.



¿Y cuál es la que más se aconseja que consuman los niños? Pues el agua mineral; algunos la consideran como la mejor para los niños y otros la más recomendable. Entre las razones más importantes está su contenido (calcio, magnesio, sodio, etc.) que  beneficia el crecimiento y desarrollo del niño, por ayudar a la recuperación de las sales y minerales perdidos debido a su intensa actividad diaria, y por no utilizar aditivos ni tratamientos adicionales.

Afortunadamente nadie se pregunta cuál es el mejor líquido para que tomen los niños. El agua, en un mundo dominado por las bebidas azucaradas y con añadidos, es la respuesta natural.


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