"¡Tenemos la parejita!"; pero a la hora de jugar ...

...la cosa no es tan pareja, que digamos! Tener un hijo y una hija puede resolverte muchas complicaciones, como eso de "¿y para cuándo la parejita?". Las mamás con hijos de ambos sexos somos testigos privilegiados de cuán distintas son las maneras de ser, madurar, aprender, expresarse y sentir en ambos géneros. Y estas diferencias también se presentan en el juego.


Es ahí donde empiezan los problemas. Mientras mi hija -la hermana mayor- prefiere jugar con su amiga a las muñecas y con historias llenas de príncipes, vestidos y bebés, mi hijo prefiere hacerlo equilibrando a sus muñecos unos sobre otros, estrellando sus hotweels o haciendo volar -literalmente- a sus animalitos, aunque no sean aves.

Cuando están jugando sólo los dos la cosa
se lleva más o menos en paz. Pero cuando llega la mejor amiga de mi hija entonces todo cambia. Mi hijo se da cuenta que está siendo marginado y reclama, exige que lo dejen jugar; no importa que sea el perrito de la princesa o el auto de Ken. Y así sea finalmente aceptado -más por insistencia de papá o mamá que por otra cosa- él será el primero en aburrirse en un instante.





La "venganza" llega con la visita del amigo del hermanito. Es entonces cuando aparecen los ejércitos de soldados o las figuras de Star Wars que empiezan a treparse por legiones sobre los muebles de la sala, rumbo a la base enemiga. En el momento más decisivo de la batalla los generales terminan abalanzándose uno sobre otro entre carcajadas y gritos de guerra. Mi hija hace buen tiempo que optó por retirarse a tribunas y ver el combate refugiada -e incrédula- al lado de mamá, que conversa con la mamá del pequeño general visitante.


Pero eso sí, por la diferencia de edad -siete contra cuatro- la que se preocupa más por mantener a su hermano al margen de sus juegos "exclusivos" es mi hija. Al conversar con ella surgen argumentos tan contundentes como "pero no hay más personajes en esta historia, mamá". Las chicas incluso llegan a escaparse de puntillas y encerrarse en el cuarto (y hasta en el baño) huyendo del pequeño, que las busca ansioso por todos lados.

Por más que le hago ver y trato de que entienda lo que siente mi pequenín siendo mantenido "a raya" de esa manera, siguen haciéndolo a la menor distracción. Estar ahí para él se hace entonces imprescindible. Por experiencia sé que lo peor es esperar que se realice algún milagro y lo acepten en sus aventuras; es mejor tratar de estar para él en esos momentos y convertirse en su pareja de juegos.


Lo que si he notado es que con los juegos de mesa se crea una especie de territorio neutral. A ambos les gusta los juegos de memoria, o cualquier juego de fichas como las damas. Están también los juegos de tarjetas y adivinanzas, o actividades como escuchar y bailar al ritmo de la música. Los sets de ladrillos para armar también han sido un recurso muy eficaz y los juegos al aire libre aun más. Descubriendo las actividades que les gustan a ambos se resuelven muchos de estos conflictos en casa.

Comentarios

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  1. Que importante estar presente en todos los momentos educativos de nuestros hijos. Los felicito por el post, está muy constructivo y ayuda mucho a aquellos padres que comienzan a recorrer este camino. Pueden visitarnos en:
    http://www.macuc.cl/

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