El Niño que todo lo rompe o daña


La curiosidad es una característica natural del niño. Ellos necesitan estar constantemente explorando todo lo que está a su alrededor para satisfacerla, reconociendo el mundo que los rodea.


Pero no tiene en mente ni puede prever que las cosas se rompan o se deterioren. Tampoco tiene una idea clara del valor y de la delicadeza o debilidad de los objetos. 

Esto quiere decir que el niño no es destructivo o dañino porque así lo quiera de manera conciente; simplemente las cosas en sus manos o en su camino están expuestas a múltiples accidentes. 

A veces, los adultos esperamos que nuestros hijos actúen como uno, sin tomar en cuenta que nosotros ya controlamos nuestras acciones mucho mejor, y que probablemente también rompíamos cosas de pequeños sin querer. 

Tomemos en cuenta, por ejemplo, que el niño aun no ha desarrollado completamente su lateralidad ni su motricidad fina. Esto se suma a otros factores como el mal humor, que es cuando más tendencia hay a que rompa algo. Les pasa además a todos los niños cuando están cansados, tiene sueño o están enfermos.



En cualquiera de los casos, lo mejor es buscar el modo de hablar con él, descubrir el motivo de su enfado y hallar una solución a su problema. Para reducir la posibilidad de esos accidentes que tanto enojo nos producen, es conveniente tomar algunas medidas:
  • Es necesario ubicarle espacios propios y definirle los lugares en los que se hacen las cosas, como dónde pegar láminas o dibujos (una tabla, un corcho o una cartulina, por ejemplo) de manera que no usen la pared o la mesa del comedor como lienzo.
  • No dejes objetos costosos a su alcance. En los posible, trata que tenga un espacio amplio y permanente para jugar. Asígnale un sitio para sus juguetes y materiales (arcilla, plastilina, colores, tizas, cuadernos).
  • Leerle o contarle un cuento también es una solución maravillosa, pues lo relaja y le hace imaginar y olvidar su enojo o su ansiedad.
Es igual de conveniente observarte a tí misma en la manera cómo te relacionas con tu hijo. Evitar gritarlo sin motivo, permanentemente o para que obedezca, o vivir y permitir que el niño viva en un entorno estimulante, pero al mismo tiempo ordenado y tranquilo, lo hará más conciente de sí mismo y de lo que hay en su entorno.

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