Los juegos de pelea y su efecto en la conducta de los niños

Desde sus inicios en los años ochenta, los juegos de pelea electrónicos han sido los preferidos, primero por los adolescentes y después por los niños. Pero, pese al multimillonario éxito comercial que han tenido durante todo este tiempo, hay muy pocas razones para celebrar.



Una consecuencia de la violencia en el hogar


Los juegos de peleas han resultado ser la manera como los hijos escapan de la realidad que viven en casa. Muchas veces, la violencia o el maltrato infantil que existe en las familias empuja a los niños a buscar maneras de desfogar la frustración que esto les causa. Una de esas válvulas son los juegos electrónicos; y si tienen como tema las peleas, mucho mejor. El problema está en que no reducen los niveles de violencia, sino que los aumentan.


Hacer a otro lo que te hacen a ti


La razón por la que a un niño le gusta un juego de pelea en especial es la misma por la que existen niños abusivos en el colegio. Buscar vengarse de la violencia que reciben, sea emocional, psicológica o física, frente a una pantalla, es la consecuencia. Podríamos pensar que desde este punto de vista, es una manera sana de desfogar su rabia, pero no es así. Tarde o temprano esta violencia se traducirá en violencia real frente a sus compañeros de clase o amigos del barrio.

Acostumbramiento frente a la violencia


En muchas oportunidades hemos notado que la rutina hace que no tengamos plena consciencia de lo que hacemos, debido a su repetición mecánica. Lo mismo sucede con los juegos electrónicos violentos, entre los que destacan los juegos de lucha. Su constante utilización por parte de los niños termina insensibilizándolos frente a la violencia, no se percibe el dolor y todo el sufrimiento que puede ocasionarse con ella y por lo tanto no existe. Una vez frente a noticias sobre violencia y guerra en el mundo real, su reacción no será la misma. Se habrá perdido la capacidad de indignación y esta será reemplazada por la indiferencia.





Peleas en el colegio


Ver la pelea como un juego hace más fácil introducirla en la vida escolar como herramienta de coacción y abuso, generando problemas como el bullying. Los retos en público terminan en la cancha de fútbol o a la vuelta de la esquina donde se desarrollan peleas de niños, muy tristes de ver. 

Sabiendo que siempre ha habido esas peleas, se podría poner en duda que el juego de peleas sea su única causa. Pero es innegable su influencia cuando, luego de esas luchas, muchos niños dicen haberse sentido como uno de sus personajes de videojuegos favoritos. Por eso es tan triste ver una pelea de niños.

Solución de conflictos


Los juegos de video son adictivos por naturaleza. La gran mayoría de niños que los juegan suelen pasar mucho tiempo frente a las pantallas jugando en red. Por otro lado, todo lo que se ve en esos juegos de pelear es eso precisamente: enfrentamiento físico; el que vence es premiado con el primer puesto. Lo que se está inculcando silenciosamente en la mente de los niños es que todo problema solo puede resolverse con violencia e imponiéndose uno sobre el otro. La noción de la solución de conflictos de manera pacífica, concertada y con beneficios para ambas partes simplemente no existe.

Se fortalecen así las bases para la construcción de una sociedad tremendamente injusta, que ya estamos viéndola desarrollarse lentamente ante nuestros ojos, no solo con nuestra indiferencia frente a los abusos e injusticias, sino hasta con nuestra complicidad.

Qué hacer frente a los juegos de peleas


Para combatir la violencia en los niños es tan importante la restricción de la exposición de los niños frente a ella, como observar qué tanto de esa violencia la estamos promoviendo desde casa. Si al ver niños peleando en la calle no hacemos nada o peor aún apoyamos a uno de ellos; si cuando hay una pelea de hermanos no propiciamos que los ánimos se calmen; si no hacemos otra cosa que gritar, amenazar o ignorar a nuestros hijos, entonces lo primero que debemos hacer es cambiar nosotros mismos de inmediato.

Cada día cuenta en el poco tiempo que tienes para dar un buen ejemplo a tu hijo antes que llegue a la adolescencia y tu influencia en él disminuya. Así, podrás evitar que sienta la necesidad de evadirse y refugiarse en cosas tan dañinas como los juegos de pelea, o peores.



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