Las maravillosas voces de arrullo para acunar al bebé

Anteriormente hablamos de las nanas o canciones de cuna y su importancia en la crianza del bebé. Pero junto con estas canciones de cuna existen otras formas sutiles de demostrarles cariño.


Entre estos recursos nacidos espontáneamente del amor de madre están las palabras adormecedoras o arrullos, utilizadas para acunar al bebé. La más conocida en el habla hispana es la clásica "a rro-rro". Sin embargo, ya sea en hamacas, cestas o cunas, resulta realmente maravilloso descubrir que toda cultura en el planeta tiene su propia palabra o voz de arrullo.

Las voces de arrullo demuestran cómo las familias en todo el mundo comparten las mismas emociones y necesidad de expresar ternura y cariño maternal; una prueba más de que todos somos iguales y que formamos parte de una gran familia humana.

Con cualquiera de ellas podemos trasladarnos imaginariamente al hogar más lejano y visualizar a una madre arrullando a su hijo en brazos. ¡Qué imagen tan familiar, a la vez que natural y universal!





UNESCO, en su publicación “Hacia un Mundo Mejor” (Naciones Unidas, New York. 1986) destaca las palabras o voces de arrullo más representativas de algunos países a lo largo de los cinco continentes. En todas ella se puede apreciar su simpleza e imaginar la dulzura que las inspiró:

  • Lu lu, lu lai (Polonia)
  • A-ya ya (Trinidad)
  • Bissam, bissam (Noruega)
  • Cha-chang, cha-chang (Corea)
  • Dodo, dodo (Bélgica, Francia, Haití)
  • Lalo, loli (Pakistán)
  • Ma ma ma (Indios yuma, EEUU)
  • Ninni, ninni (Túnez)
  • Bayu bayushki bayu (Rusia)
  • Yee, le-le (Birmania)
  • Yo yo yo yo (Bantú, Sudáfrica)

Hasta en el más remoto lugar del planeta, sin importar guerra, pobreza o injusticia en que se viva, habrá siempre una madre ansiosa de prodigar amor a su hijo. Algo tan simple como el arrullo puede ser la diferencia entre sentimientos de desprotección y soledad, frente a los de cuidado y cercanía; entre sentirse abandonado y sentirse querido.

Valoremos y aprovechemos al máximo el tiempo que tengamos con nuestros hijos. Para eso, no hay nada más valioso en su sencillez que un arrullo.

Imágenes: BabyZone.

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