El juego real vs el juego virtual: ¿apto para niños?

Hace poco leí en el periódico un artículo donde hablaban del lado positivo de los juegos en red y de la interacción virtual a través de internet. Me entristeció notar hasta qué punto hemos afinado el arte de justificar lo que nos daña.


El artículo hablaba sobre cómo las relaciones personales han sido reemplazadas por las virtuales, a través de las redes sociales, los juegos en red, el chat y otras aplicaciones.

Lo que me sorprendió es que presentaban este nuevo tipo de "socialización" como un avance frente a lo que antes era una actividad virtual individual y que aislaba a la persona. Para ellos, las aplicaciones sociales mantenían "vinculadas" a las personas sin importar su ubicación, cultura o idioma.

No me considero una mamá conservadora, pero estas afirmaciones y las que mencionaré luego, me hicieron saltar todas las alarmas; simplemente algo no estaba bien ahí.

Para empezar, el aislamiento no se trata de si estás o no "conectado", así sea con millones al mismo tiempo, sino de percibir esa sensación de cercanía física, de saber que la persona -en carne y hueso- estará disponible para ayudarte o para consultarle algo cara a cara, percibiendo sus gestos, su tono de voz, su premura o su paciencia, su actitud, etc.

Además, se presentaron como beneficios de los juegos de roles virtuales la promoción del optimismo, el orgullo, la identificación con el grupo, la curiosidad y la ambición por lo extraordinario. Si bien podría ser algo válido para personas mayores, las ilustraciones que acompañaban al artículo sugerían un tema para niños.

Entonces, ¿debemos fomentar el orgullo, la ambición en ellos, sin importar en qué contexto? Un niño que forma parte de los "observadores" en el bullying o acoso escolar ¿acaso no está identificado con su grupo? Y en cuanto a la curiosidad y el optimismo, ¿no son mejores si se promueven en vivo, experimentando texturas, olores, usos y emociones que no se activen con un click del mouse sino que perciba con su propio cuerpo, sin intermediarios tecnológicos?


Basta con darse una vuelta por las cabinas de internet donde se juegan estos juegos. Dudo mucho que la sarta de groserías y gritos que se mandan los niños entre ellos signifique que se estén beneficiando en valores, optimismo o creatividad.





El reportaje afirmaba que al interactuar con otros -que en la mayoría de casos son ilustres desconocidos- se aprende a conocer sus fortalezas, debilidades y motivaciones, algo muy importante cuando se trata de resolver situaciones en el mundo real.

Para empezar, siendo estos estos juegos virtuales tan parecidos a la realidad, ¿ayudarán a que tenga el niño una diferencia clara entre el mundo virtual y el real? Y por otra parte, ¿es la infancia el momento para empezar a hacer de la persona un estratega social?

Finalmente, dos comentarios ubicados debajos de las ilustraciones me terminaron de paralizar: en uno de ellos se indicaba el tiempo máximo que se consideraba positivo dedicar semanalmente a los juegos virtuales: !el equivalente a 3 horas diarias! A pesar de eso, el artículo recomienda al final "moderación y cautela" en su uso. ¿No sería mejor que se dedique ese tiempo a salir a montar bicicleta, a pasear al parque o cosas así? Y la tele, ¿3 horas más?

En otro apunte se hacía mención de la gran accesibilidad de los juegos, debido a los diferentes aparatos o gadgets a través de los cuales se pueden jugar y que "hasta los más pequeños pueden utilizar en cualquier momento" (!!!)

Creo que los juegos virtuales son mucho más que un juego. Permitir que los niños accedan a ellos no puede prohibirse -nada más atractivo que lo prohibido- pero si regularse y limitarse desde qué edad puede hacerlo, con qué frecuencia y qué aplicaciones definitivamente no son recomendadas para ellos. Sugerirlos como una herramienta útil en la formación del niño no me parece correcto.

La infancia es muy corta y su principal finalidad es que el niño experimente su entorno real, que lo palpe, huela y saboree; es el juego real. Que reconozca el aroma del abuelo, el ruido de los zapatos de la madrina o la voz de mamá; que se equivoque y se avergüence, que sea reconocido por sus logros y querido por sus padres para que no busque afecto y reconocimiento en el ordenador.


Sería un grave error permitir que la realidad virtual entre en su vida antes de que termine de comprender y manejarse en la real.

El mal sabor que me dejó la lectura de aquel artículo no estaba en lo que decía, sino en la intención que le daba, en que podría servir de justificación para el uso indiscriminado de las aplicaciones virtuales y en las preguntas que me generó. ¿A quién beneficia un artículo así? A los niños, definitivamente que no.

Fuente: "La Vida es Juego". Suplemento Mi Hogar, Diario el Comercio. Lima - Perú. Domingo 8 de julio 2012.

Más sobre los efectos de los videojuegos en los niños: RevistaComunicación.


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