Cómo influye el tipo de crianza que le doy a mi hijo en su conducta

Cuando tenemos muchos niños juntos podemos percibir las distintas formas de conducta que tienen. Todos ellos responden de diferente manera a los estímulos de su entorno.


Mucho de esa conducta tiene su explicación en los estilos de crianza que brindan los papás. Según sea el tipo de crianza, los niños mostrarán patrones de conducta determinados.

Pero también hay que tener en cuenta que los papás no son autoritarios, permisivos ni democráticos todo el tiempo. Somos seres humanos y como tales nuestra forma de actuar frente a la conducta de nuestros hijos puede variar. Conociendo cada uno de los tipos de crianza, sabremos mejor cuál es la que les conviene recibir y por qué a nuestros niños.

Los padres autoritarios

Le dan mayor valor al control y la obediencia sin cuestionamientos de ningún tipo. Intentan que sus hijos se conformen con un pequeño número de normas y si se portan contra ellas los castigan enérgicamente.

Son más desprendidos y menos amorosos que otros padres de familia y sus niños son más descontentos, distantes y desconfiados. Estos niños son tan controlados que no pueden darse cuenta de sus méritos, pues están demasiado alertas sobre lo que sus padres harán.

Los padres permisivos

Se preocupan más por su propia forma de expresarse y regularse frente a sus hijos. Hacen pocas demandas y permiten que sus hijos vigilen sus propias actividades tanto como sea posible. No se consideran portadores de normas sino refugio de sus pequeños.





Díficilmente castigan a sus hijos, consultan con ellos todas sus decisiones referentes a la conducta y les explican las razones de las pocas reglas que existen en sus hogares. No controlan ni exigen y son relativamente afectuosos. Sus hijos son inmaduros para su edad y reciben tan poca orientación que a menudo son indecisos y ansiosos sobre si están haciendo lo correcto.

Los padres democráticos

Respetan la individualidad del niño pero también consideran vital inculcarles los valores sociales. Guian las actividades de los hijos de manera racional, viendo las consecuencias más que el miedo de los niños al castigo o a la pérdida de su amor.

Si tiene que ejercer un control firme explican siempre las razones de su posición y estimulan el intercambio verbal.

Confian en su propia habilidad para guiar a sus hijos, respetando sus intereses, personalidad y opiniones. Son amorosos, consistentes, exigentes y respetuosos de las decisiones independientes de sus hijos. Son firmes en las normas y castigos limitados.

Los niños así educados son los más maduros, confiados en sí mismos, autocontrolados, positivos, contentos y exploradores. Se espera que se desempeñen mejor en la escuela, que cumplan compromisos, que sean participativos en los deberes y en la diversión familiar y que se sientan satisfechos de tener responsabilidades.


Imágenes: 123, Clarin

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