El Niño Inteligente y la Relación con sus Padres

Es importante que los papás conozcan cuál es la capacidad intelectual de sus hijos. Para ello basta a veces con una entrevista con la maestra.
Algunos papás, sin embargo, conocen la capacidad intelectual de sus hijos pero se muestran apáticos, tal vez porque se creen poco preparados para enfrentarse a un niño así o porque no saben lo que deben hacer. 

Estos padres de familia, sin darse cuenta, transmiten a los niños sus sentimientos e incomodidad. Es muy probable que el niño confunda esta falta de actuación y de elogios con un rechazo, lo que le hace sentirse inmotivado y poco dispuesto a seguir perfeccionándose. Las maestras deben hablar con los papás sobre la capacidad intelectual de sus hijos y sugerirles modos de fomentar su desarrollo. Pero eso no queda ahí, la variedad de reacciones frente a esta situación es grande; aquí unos ejemplos.

Papás exigentes

Es el caso de los padres muy conscientes de las dotes de su hijo y que les piden demasiado. Esto puede presionar tremendamente al niño que, para agradarles, pretende alcanzar metas imposibles. Estos niños llegan a estar enteramente preocupados por la perfección y se muestran nerviosos e incapaces de disfrutar de las actividades a las que se les fuerza.

La maestra debe discutir con los padres sobre las diferentes aptitudes de su hijo, ayudarles a caer en la cuenta de lo que pueden y de lo que no pueden esperar de ellos y señalarles metas realistas para que las apliquen.




Papás despreocupados

Como el niño parece especial, hay padres que piden para ellos un trato diferente. Estos padres creen que ellos no necesitan enseñarles nada y como el niño superdotado aparece más maduro que los otros niños, se creen libres de todo esfuerzo para estimular su desarrollo.

Pero el niño superdotado, como todo niño, necesita la atención, la guía y el estímulo de sus padres, así como su aliento y orientación para explorar y desarrollar sus dotes y talentos. Las maestras deben ayudar a los papás a comprender cómo sus alientos afectan directamente a sus hijos. Sugerirles pequeños proyectos para que los pongan en práctica en casa y estimulen sus talentos especiales.

Papás posesivos

Si un niño superdotado procede de una familia en la que los otros hermanos no son excepcionales, los padres tienden a elogiar y a prodigar excesivas atenciones al primero. Esto puede conducir a rivalidades entre los hermanos y el niño superdotado que muchas veces esperará más atenciones de las que le pueden y le deben prodigar.

Las maestras pueden enseñar a los padres a elogiar y alabar a sus hijos sólo en aquellos casos en los que está en juego el cumplimiento del deber, y siempre teniendo en cuenta las posibilidades reales de cada niño.

Papás "normales"

Casi todos los padres se sentirían orgullosos de tener un hijo superdotado, pero hay muchos que no conceden demasiada importancia al hecho de que su hijo pueda aprender más rápidamente que otro, o que pueda tocar muy bien el piano a los cuatro años de edad. Piensan que es muy importante para su hijo ser normal o popular y los tratan de desviar de la música, del arte y de todas aquellas aficiones para las que el niño se muestra realmente excepcional. 

Es difícil afirmar si esta actitud es buena o mala, pero ciertamente no es beneficioso para el pequeño que se le impida o desanime a desarrollar sus intereses y sus aptitudes naturales. Las maestras pueden subrayar ante los padres la singularidad de su hijo y la necesidad que tiene de atenciones y oportunidades para desarrollarse y realizarse.

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